La geografía ha experimentado importantes cambios en su dilatado desarrollo. Cuestiones que antes formaban parte de la investigación del geógrafo, pasaron luego a ser estudiados por otros científicos, a Ia vez que aquel se interesaba por nuevos problemas. Podría decirse que la geografía ha sido «nueva» en distintas ocasiones, y la repetida aparición de movimientos que se presentan a sí mismos como una “nueva geografía» así parece atestiguarlo.
Han existido también diferentes formas de aproximación a la realidad estudiada. La oscilación entre actitudes positivistas e historicistas a la que se ha hecho alusión se ha traducido en los dos últimos siglos en distintas concepciones del quehacer geográfico.
¿Existe algún elemento de continuidad en esta multiforme evolución?
La respuesta de los geógrafos será normalmente afirmativa. Lo que ha caracterizado a Ia geografía como ciencia parte en su preocupación por la diferenciación del espacio en la superficie terrestre y por el problema de la relación entre los hombres y el medio en el que viven. Más recientemente el problema ha tendido a definirse por algunos en términos de donde están localizadas las cosas y por qué razón están en ese lugar.
La mayor parte de los geógrafos estarán de acuerdo en introducir problemas como los citados en la definición de su ciencia. No lo estarán, en cambio, en la forma como dichos problemas deberán ser abordados. Pero el enfrentamiento entre las diferentes perspectivas teóricas y metodológicas se plantea hoy con más serenidad que en el pasado. Lo que hoy resulta nuevo es el abandono de posiciones excluyentes. Se acepta, en cambio, la existencia de diferentes líneas de trabajo que exploran caminos diversos. La naturaleza plural de la geografía se contempla hoy sin miedo, valorándola en todo lo que tiene de positivo, en cuanto que representa la posibilidad de vías alternativas, de enfoques diferenciados, de caminos que permiten explorar nuevas fronteras en el quehacer científico.
La realidad del mundo actual hace particularmente necesaria esta actitud abierta. La geografía debe ser una ciencia que mire hacia el futuro. Las decisiones espaciales condicionan de tal modo el futuro, que la necesidad de prospección se presenta de forma particularmente aguda en esta ciencia.
Que tipo de organización espacial es más deseable y qué implicaciones sociales poseen las ordenaciones alternativas que pueden imaginarse es algo que interesa hoy en gran manera a los geógrafos. Los problemas que afectan a la futura organización del espacio terrestre son diversos y numerosos.
Si hoy se plantean ya graves dificultades de alimentación, vivienda y servicios públicos puede pensarse Io que supondrá atender a los millones suplementarios en las próximas décadas. La constatación de la existencia de áreas superpobladas y con fuertes carencias y de regiones casi desiertas en las proximidades plantea la cuestión de las organizaciones políticas y de las barreras que se oponen a la migración de los pueblos.
Los problemas de control de la natalidad, del desarrollo de los recursos, de la transformación de Ias estructuras agrarias, de la explotación racional de los recursos marinos, de la contaminacién y de la degradación de la biosfera, de la concentraciones en grandes aglomeraciones, el impacto espacial de la nueva tecnología, Ias consecuencias espaciales de los nuevos medios de transmisión de información, y tantos otros, se plantean hey can particular gravedad, y no pueden dejar indiferente al geégrafo.
El examen de las organizaciones pasadas, en lo que tienen de ajuste positivo a las condiciones del medio, es sin duda, muy necesario. Pero es necesario tener también una actitud abierta para pensar en el futuro en el que la tecnología ofreceré nuevas e inéditas posibilidades.
El geégrafo deberé esforzarse por explicar Ias alternatives posibles y discutir y definir los objetivos que pueden conducir a eleglr alguna de ellas como mas adecuada. Quiza sea cierto que en la posibilidad de poder imaginar proyectos utépicos para el futuro radica la garantia de nuestra supervivencia.
(CAPEL, Horacio y Urteaga, luis, las nuevas geografías. Editorial salvat. Barcelona España 1987, Pigs. 62 y 63 (adaptado).